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Camboya, en busca de los templos perdidos

Un país con luz propia

El tiempo pasa y el país de los Jemeres -Khamers- ha sabido resurgir de sus cenizas para brillar con luz propia. Si sus paisajes son de una belleza sublime y sus templos pura ingeniería hecha arte, su gente es el verdadero tesoro de este país, un lugar de contrastes que no dejan a nadie indiferente.

De la extrema pobreza a la dictadura más extrema, el espíritu de esta raza permanece intacto y su sonrisa es tan intensa y brillante, huella indeleble del mejor tiempo vivido, aquel en el que acuñaron a una civilización tan enigmática como lo fue al otro lado del mundo Machu Pichu, en Perú.

Conocer Camboya es descubrir el esplendor de unos templos erigidos de la profundidad de la jungla. Olvidados durante siglos, nos revelan algunos de los misterios casi indescifrables de una civilización que brilló con todo su esplendor y sin posibilidad de comparación en el sudeste asiático.

El viaje comienza en la vibrante capital, Phnom Phen (3 o 4 días) conocida como «la Perla de Asia», y donde se puede comenzar a intuir los años de esplendor imperial del país con una visita al Palacio Real, un complejo de templos, pagodas y palacios, donde destaca la belleza singular de la Pagoda de Plata.

Para entender la riqueza que dejó esta civilización es de obligada visita el Museo Nacional, con sus bellos edificios que conserva la colección más grande de arte jemer y una gran colección de arte budista e hinduista.

Cruzando el puente. Camboya. ©evaespinet Próximo al Palacio Real se encuentra el Riverside donde se puede realizar un crucero por el Mekong, río que nace en el Himalaya y atraviesa como un poderoso tigre China, Myanmar, Tailandia, Laos, Vietnam y en Camboya se encuentra con el mayor lago del sudeste asiático, Tonlé Sap, hogar de cientos de pueblos flotantes de especial belleza.

Navegar por el lago es vivir de cerca el quehacer diario de sus moradores, mientras el medio es el escenario central para cualquier fin: pescar, lavar la colada o los platos, jugar, lavarse o sonreír a todo el que pasa, dejando que la vida fluya, sin más.

El paseo del río en Phnom Phen está pleno de vida con sus cientos de bares, galerías de arte, tiendas y restaurantes. Sentarse en una de sus terrazas a la caída del sol y contemplar la bulliciosa actividad de los transeúntes que pasean, hacen ejercicio, bailan, o simplemente contemplar la belleza de las fachadas coloniales heredadas del protectorado francés, es todo un espectáculo para los sentidos.

Uno de los santuarios budistas más bellos de la ciudad es The Wat Phnom que se extiende en la base de una colina en la que destaca una gran estupa. Por último, el Phsar Thmey Market, conocido como Central Market, y el Russian Market, donde se puede comprar casi de todo y degustar rico marisco recién pescado, carne, verduras y frutas cocinadas in situ.

La siguiente parte de la ruta nos llevará a Siem Reap (5-7 días) y la podemos hacer por tierra, en autocar, perdiendo la vista en el verdor intenso de sus arrozales, los campos anegados por el Monzón y los cientos de pueblecitos que nos sonríen a nuestro paso sombreado por su frondosa vegetación tropical; o bien se puede hacer cruzando en barco el lago Tonlé Sap, una maravilla natural, que nos muestra el bullicio de los niños, el trabajo de los pescadores y el palpitar de la vida que no cesa en las casas flotantes.

Hacemos un alto en el camino para disfrutar de Kampot, un pueblecito en la costa del Golfo de Tailandia, al suroeste del país. Es el reino de la pimienta negra descubierta aquí por los franceses a finales del siglo XIX y que desde entonces no falta en una mesa francesa —tampoco en las españolas—. Kampot, Camboya, ©evaespinet

Es un lugar para la contemplación y el relajo. Nos aventuramos con un belga dueño de una barcaza a explorar el río que atraviesa la aldea y se adentra en el bosque tropical. Bañarse en sus frescas y caudalosas aguas mientras nos extasiamos con un paisaje que recuerda al profundo Mekong es un placer para los sentidos. Pero también aquí nos sentimos como un gato que gasta demasiado rápido sus siete vidas, cuando entre nuestras piernas una asustada culebra de río trata de huir de nuestra molesta presencia.

Siem Reap es la puerta de entrada a los templos de Angkor, reconocidos por la UNESCO como Herencia Cultural del Mundo. Esta visita requiere su tiempo y dedicación para digerir tanta belleza. ¡Ay del que intente ver todo en un solo día! Imposible asimilar toda su intensidad y la historia que cada templo encierran en su interior. Su visita bien vale unos días para degustar cada espacio sorbo a sorbo. Angkor Bat, Camboya, ©evaespinet

El complejo está dividido en varios circuitos que se pueden recorrer en varios días caminando, en bicicleta o en tuc-tuc. De la gran variedad de templos jemeres e hinduistas, destaca el esplendoroso Angkor Vat, templo-ciudad hindú representación de los cielos y la tierra, así como los omnipresentes Angkor Thom, Bayon, Bantay Srei, Phnom Bakheng, Preah Khan o Ta Prhom, entre otros, y a cuál más espectacular. Visitarlos es perder el aliento.

El bol de arroz de Camboya

campesinos-cultivando-arroz-CamboyaAtravesando el lago o también por carretera se puede llegar a Battambang (2-3 días), conocida como «el bol de arroz de Camboya» donde sus arrozales merecen un largo paseo en bicicleta o en tuc-tuc. Esta ciudad retiene todo su colonial encanto, con sus casas de marcado carácter francés, su popular mercado junto al río y sus pequeños templos budistas.

El atardecer es un espectáculo para la vista, que se saborea con más placer con unas frescas cervezas camboyanas junto al río. Uno se da cuenta entonces que esta tierra merece ser mimada y, al menos, visitada una vez en la vida.

No dejes de montar en uno de los trenes de bambú —nori en jamer— una original excursión de una hora que comienza en O Dambong y termina en O Sra Lav, descubrirás como se viaja en otros tiempos ya lejanos en unas planchas hechas de ligero bambú a 15 kilómetros por hora (8$), podrás viajar solo o compartir el trayecto con los lugareños que lo emplean para transportar comida y otras mercancías al mercado próximo. Una experiencia divertida y muy auténtica.Tren de bambú. Camboya.©evaespinet

Pero excitante también es asomarse a los templos de Baset, Wat Ek y Prasat Snung del siglo XI. Antes de que el sol caiga hay que subir al templo de Prasat Banan desde cuya cumbre se puede avistar toda la provincia en una panorámica sin aliento, mientras los macacos revolotean a tu alrededor en busca de su deseado fruto y los monjes meditan en silencio en su cima.

Pero lo que te dejará sin palabras es la salida de una cueva cercana de cientos de miles de murciélagos en busca de alimento. Ritual que se repite cada día a la salida y a la caída del sol.

Ruta de los templos de Siem Reap

Templo, Siem Rep, Camboya, ©evaespinet

A. Primer día. Circuito Largo (1 día) + Bantey Srei

1. Pre Rup

2. Banteay Srei, afueras de Siem Reap. El templo de las mujeres.

3. East Mebon

4. Ta Som

5. Kraol Ko

6. Neak poan (templo ornamentado)

7. Preah Khan (fusión budismo e hinduismo)

B. Segundo día. Rótulos Group o Kompok Pluk además de Sunset en Angkor Vat

C. Tercer día. Circuito Corto

8. Sunrise en Angor Vat

Camboyanos-dando-ofrendas-al-temploSi quieres saber más sobre Camboya, no te pierdas esta entrevista que me realizó Roge Blasco en su programa de viajes «Levando Anclas» de Radio Euskadi (1:31:30-1:48:36) (clica en este enlace)

 

Si te ha gustado el artículo, te encantará “Días de Asia”, un relato corto que escribí mientras recorría el Sudeste Asiático durante 6 meses, y que recibió el Premio Accésit. Se ha publicado en el libro: “VI Premio Internacional Relatos Mujeres Viajeras 2014″

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