Indonesia, el paraíso está en sus islas
Muchos fueron los que me preguntaron cuál era el destino de mis vacaciones estivales de este año. Tras responderles que me iba a recorrer una ínfima parte de Indonesia (finalmente, he visto 15 islas y se contabilizan 150.000…), me comentaban: «Pero, bueno, ¿no estuviste ya el año pasado en la India?»
«Si, efectivamente, estuve en la India y ahora me voy a Indonesia, que no es lo mismo, que está en las antípodas, un poco más lejos que el país indio; por encima de Australia y por debajo de Malasia, para ser un poco más concreta…» (esta respuesta la di tantas veces, antes de partir, como el número de islas que he visitado durante este viaje).
Otra respuesta era: «¡Ostras!, cómo me gustaría ir allí, después de ver a “la Deneuve” en Indochina». «Ya, pero Indochina era el nombre que se le adjudicó a Vietnam durante la época colonial francesa; Indonesia no es Vietnam, que es otro país, vamos”, mientras yo pensaba para mis adentros: cerquita está y los ojos rasgados les asemejan como primos-hermanos, ahora bien, el resto culturalmente hablando es bien diferente.
Por último, cuando se me ocurrió escribir una simpática despedida en el Facebook, tal como esta: «Me voy hacia las antípodas, no me busquéis en un mes», alguno creyó adivinar cuál sería mi paradero: «Ah, así que te vas a Australia». Uf, con lo que me ha costado que familia y conocidos sepan a dónde voy finalmente, los de la red me salen con Australia (¡qué ya me gustaría!).
Para asegurarme de que yo no erraba en mis conclusiones –precisamente, mucha de la geografía que he aprendido ha sido a base de patearme la madre tierra…-, eché mano del diccionario de la lengua para buscar la definición de “antípodas” y señala: “Se dice de cualquier habitante del globo terrestre con respecto a otro que more en lugar diametralmente opuesto”.
Vamos, que para los indonesios, nosotros y cualquier otro europeo está en las antípodas. Eso si, al menos cuando le dices a un indonesio que eres de Barcelona cantan: “¡Barça!!”. ¿Y nosotros que sabemos de ellos? Bendita ignorancia.
Perder la noción del tiempo
En fin, desmadejemos este embrollo y hagamos encaje de bolillos: Si, como Australia o Japón, Indonesia también queda en las antípodas, lo más lejos de nuestro mundo posible y eso es un gustazo cuando dejas atrás el móvil sin cobertura, el ordenador, la tele, los periódicos, y solo cargas contigo novelas para perderte durante horas bajo una palmera, un jardín frondoso o en la mesa de un restaurante, mientras el tiempo se para y solo una sonrisa regada con leche de coco y especias te hace pensar que el tiempo no pasa por alguna razón que ignoras, solo entonces te dejas mecer por ese instante maravilloso de “pérdida de noción del tiempo”, un tiempo que cuando vuelves a la realidad cotidiana se queda en un bello recuerdo…